martes, 12 de junio de 2018

Pintando muebles

Resulta que me di cuenta de que hacía tiempo que mi habitación no me gustaba. Lo cierto es que apenas paso tiempo en ella, tiempo despierta, quiero decir, y quizá por eso tardé en ver que necesitaba un cambio urgente. Pero hubo un día que fui consciente, ya no me gustaba, y le pusimos remedio.

Así ha quedado y me encanta:


Cuando compramos el piso nos dieron unas mesillas y un cabecero (nuevos) y, en ese momento que teníamos muchos gastos, los pusimos como algo provisional, ya que el cabecero no encajaba bien y tampoco me gustaba especialmente porque eran muebles muy oscuros. Y primero por esperar un tiempo y después por comodidad y pereza, los muebles que eran provisionales se quedaron durante años. Siete años.
Además, habíamos pintando la habitación de un color muy oscuro, que en su día nos gustó, pero parecía una cueva: la pared tan oscura y los muebles oscuros. ¡Yo quería más luz!

Así estaba la habitación hace un tiempo. La pared, al natural, se veía más oscura aun que en la foto.


Lo primero fue pintar. Aprovechamos las vacaciones de Semana Santa para nuestra peculiar penitencia y nos dimos una paliza pintando la habitación, junto con el pasillo y el recibidor (el resto del piso quedará para otro momento). Ahora se llevan las paredes blancas sin más, pero el limonero quería algo de color, así que consensuamos un verde clarito que aporta luminosidad. Y blanco en las otras paredes en vez del blanco roto que teníamos de origen cuando compramos el piso. Solo con eso la habitación cambió mucho.

Cambiamos también el estor, que estaba medio roto, y pusimos una cortina, que resulta mucho más cómoda. 

Y como me encantó el cabecero que pusieron en su casa mi hermano y mi cuñada, quise uno igual. La idea era encargar el cabecero y unas mesillas a juego, pero en realidad las nuestras estaban bien, salvo el color, que no me convencía nada ni pegaba con ningún cabecero que me gustara. Pero eran buenas y resistentes (confieso que en más de una ocasión, y de dos, y de tres, me había subido a la mesilla usándola como escalera, con eso de que eran provisionales... ahora ya no lo haré más, prometido). Así que decidí pintarlas con chalk paint y no solo me fascinó el resultado sino que me lo pasé genial en el proceso. ¡Tengo ganas de pintar más muebles!

Aquí veis mi mesilla antes

Aquí tras ser pintada

Aquí tras lijar para "envejecer" un poco. Podéis ver que, ciertamente, es pintura a la tiza

Y aquí acabada y en su sitio 

Supongo que hay gustos para todo, pero para mí no hay color entre la mesilla oscura y sin gracia y la mesilla en blanco envejecida, que da más luz a la habitación y, a la vez, un aire más moderno.


Para pintarlas usé pintura chalk paint de Rust-Oleum en color blanco y le di tres capas. Con dos podría haber bastado pero quería que quedara el color muy sólido. Con rodillo se pinta muy bien y seca bastante rápido. Después lijé donde me pareció para dar un aire envejecido y ahí es donde tuve claro que es pintura con base de tiza y, precisamente por eso, es importante después darle una capa de cera para proteger la pintura.
La capa de cera cuesta más, porque es muy densa y hay que trabajar a conciencia, sin dejar nada sin cubrir. Creo que tardé más para dar una capa de cera que para dar las tres capas de pintura. 
Y después hay que dejarla secar bien, evitando poner nada sobre el mueble hasta que está bien seco. 
Y listo. Las dos mesillas estuvieron acabadas en un solo día.

Unos días después estuvo listo el cabecero que habíamos encargado y hemos dado por acabado el cambio de look de la habitación. Puede que dentro de siete años ya me haya cansado de verla así, pero de momento me gusta mucho y me pone de buen humor cada vez que entro.


 Tengo más planes para otras reformillas en casa, pero hay que ir poco a poco, que no se nos asuste el limonero...

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