Para su cumpleaños le hice a la pitufina un pastel ambientado en el mar y me siento satisfecha porque este año no surgió ningún imprevisto (el pastel del año pasado fue tan accidentado que hubo un momento que dudaba entre tirar el pastel por la ventana o tirarme yo directamente) y porque me gusta el resultado.
Además, por primera vez la pitufina vió cómo preparaba la decoración del pastel y me preguntó si era plastelina y cuando le dije que no y que se podía comer puso cara de no entender nada, pero luego lo probó y me estuvo pidiendo "bolitas" todo el rato, y de distintos colores (los que había ido teñiendo para la decoración), como si variara el sabor.
¿Os gusta? La verdad es que la palmera fue todo un reto, pero al final conseguí que no quedara demasiado mal y que las hojas no se cayeran...
Por los lados lo decoré con algas, peces y un simulacro de olas.
Me tocó a mí cortarlo y servirlo y ni os cuento la pena que me dio. Porque como os digo siempre, no será el pastel más bonito del mundo, ni el más espectacular, pero para mí es el mejor, porque es el pastel que YO he preparado a MI pequeñaja, y nadie podría hacerle un pastel con más cariño del que he puesto yo...
Ah, por cierto, estaba buenísimo. ¡La pitufina dijo que quería que sobrara para tener para ella al día siguiente!
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