Como ya dije, el fondant es divertido, pero a veces es difícil y traicionero. Para el cumple de la pitufina quise hacer yo el pastel, igual que el año pasado, y por los mismos motivos, quería algo único, especial y hecho con más amor del que cualquier pastelero profesional pudiera poner en sus pasteles. Y, también, para que de más mayor vea las fotos de sus cumpleaños y se sienta orgullosa de su madre, no tanto de sus habilidades como de las ganas que le ponía.
Pero hay veces que las cosas se tuercen y cuando se tuercen, se tuercen. Y el pastel de este año se torció.
Crear la cobertura que cubre el pastel es para mí la parte más difícil (la más pesada es teñir el fondant pero es solo cuestión de paciencia y si no se tiene, se puede comprar fondant de colores) porque si se hace muy fino se corre el riesgo de que se rompa al levantarlo. Dicho esto, he de confesar que no soy muy hábil con las coberturas pero esta vez salió fatal, creo que el problema es que usé fondant que acababa de comprar mezclado con otro que tenía de hacía un par de meses (no caducado, por supuesto, y bien envuelto y conservado en un sitio seco, como me dijeron en la tienda, pero estaba algo duro y tendía a romperse).
Y además se pegaba muchísimo a la encimera, tuve que echar tanto azúcar glass que acabó bastante seco. Pero bueno, era un día festivo y no tenía tiempo de ir a por más fondant a alguna tienda que estuviera abierta, así que valor y al toro, y se hizo lo que se pudo. La decoración luego sirve para tapar pequeños errores, aunque en este caso no eran pequeños...
Encima iba a poner una casa de gengibre, las que venden en Ikea por Navidad, pero se me rompió cuando intentaba pegarla, no sé si es que la caja había recibido golpes o si todas son tan delicadas pero por ahora se me han quitado las ganas de repetir...
Así pues tuve que improvisar: tenía una vela de Mickey, su muñequita Minnie del alma, una cobertura verde y trozos de galleta de gengibre, así que con tres trozos de galleta hice tres árboles (manzanos, para más señas), hice un río, unos patitos y unas cuantas flores para intentar tapar los destrozos de la cobertura.
Et voilà... el resultado!
A la pitufina le gustó, básicamente porque estaban Mickey y Minnie, y al resto les gustó porque valoran el esfuerzo y, entre nosotros, porque no han visto las maravillas que he visto yo hechas con fondant.
Pero con incidentes y destrozos, ahora que ya no queda pastel más que en fotos lo veo y me encanta, porque ya no es simplemente un pastel, es el pastel del segundo cumpleaños de mi pitufina (y aquí va un suspiro que no puedo reproducir por escrito y que debéis imaginar).
Segur que quan sigui gran es farà un fart de presumir amb les seves amigues quan facis les festes del seu cumple! I quan sigui més gran encara, ho valorarà encara més. T'imagines fer-te gran amb un pastís fet per la teva mare, cada any? Seria xulíssim!!
ResponderEliminarEt va quedar molt guai. No et preocupis pels petits errors. El que compta és la il.lusió!