Feliz año nuevo a todos. Si me descuido, se me pasa el mes de enero sin aparecer por aquí y sin desearos un feliz 2019...
Tengo este cuadrito pendiente de enseñároslo desde hace mucho tiempo, pero, un año más, los Reyes Magos no me han traído días de 30 horas de duración, así que sigo como el año pasado, con poco tiempo y muchas cosas... Pero más vale tarde que nunca, que dicen.
Este cuadro tiene una historia detrás que me encanta.
Resulta que el abuelo de Álvaro murió apenas un año y medio antes de que él naciese. Paco, el abuelo de Álvaro, vivió rodeado de mujeres: su mujer, sus dos hijas y su nieta. Cuando supieron que el bebé que estaba en camino era un niño, la tía del pequeño me comentó que a su padre le habría encantado tener un nieto y que solo nacer le hubiera hecho socio del Zaragoza (él era catalán de adopción y muy maño de sentimiento y, de hecho, sus amigos le conocían como "el Maño").
Cuando se planteó la posibilidad de hacerle un cuadrito a Álvaro, recordé lo que me había comentado su tía y pensé que sería un bonita idea, porque era un guiño a su abuelo, una forma de tenerle (más) presente. Lo planteé y gustó la idea.
Y, puestos a rizar el rizo, incluimos el equipo del padre (el Espanyol) y el de la madre (el Barça).
He de confesar que este cuadro ha sido un reto para mí. De fútbol sé más bien poco y, además, hacer el escudo del Zaragoza en fieltro y en tamaño reducido era poco menos que imposible. Se hizo lo que se pudo y el resultado digamos que tiene un aire al escudo y poco más, pero por lo menos el bebé sí lleva la equipación actual del Zaragoza. Más fácil fue hacer la pelota del Barça (¡¡sin escudo!!) y el periquito del Espanyol (¡sin escudo también!).
Me alegré mucho de saber que a la familia le había gustado el cuadrito, con ese significado tan especial para ellos.